LA QUE QUIERE SIEMPRE MÁS
-¿Qué desea?
-Un café, por favor.
Es la mañana de un día lluvioso. Está mirando un punto fijo. En lo único que piensa es en qué pasaría si no estuviera allí. Se da cuenta que quiere algo más. Algo más grande, sólido, corpóreo. Algo que no se evapore y no se termine en cuatro sorbos. De repente, la pantalla del móvil se enciende y marca un nuevo mensaje. El corazón se le acelera.
-¡Ah! También un sándwich y un pan de queso.
-Entendido, ¿desea algo más?
-Todo lo que sea posible desear –responde–. Pero, por hoy, así está bien.
Paga. Abre el mensaje. Se siente vacía nuevamente. Es que no lee nada que le permita saciar su deseo de más. Se come de golpe el vacío, pero, aunque lo intente, no lo llena. Es sólo eso. Un mensaje que no dice algo malo, pero tampoco algo bueno. No genera expectativa ni desilusión. No deja entrever desinterés, pero tampoco seguridad a corto, mediano ni largo plazo.
Se dice a sí misma: «Ya está, no nos casaremos».
Traga su último bocado y responde: «Ja, ja. ¡Hola! ¿Cómo estás?». Envía una foto del café. Piensa: «Ahí está el café vacío, amargo y oscuro. Como tu alma».
Con amor, Pau
11 | 11 | 11